Macció, Rómulo – Argentina

Biografía de Rómulo Macció

Nace en Buenos Aires en 1931. Pintor y artista gráfico de formación autodidacta, fue uno de los representantes más destacados de la Nueva Figuración argentina.

Tras dedicarse desde 1945 a la publicidad y a las artes gráficas, realizando decorados para el sector teatral y encargos gráficos, Macció se adentra en la pintura.

En 1958 pasa a formar parte del grupo Boa, defensor del automatismo gestual.

En 1961, la presentación de la muestra “Otra Figuración” junto a Ernesto Deira, Luis Felipe Noé y Jorge de la Vega dio lugar al fenómeno artístico conocido como Nueva Figuración. Este movimiento perseguía superar y renovar la forma de representación en la que la idea dominante es la de la belleza tradicional.

En 1962, una beca concedida por el Fondo Nacional de las Artes le dio la oportunidad de estudiar en Europa. Al año siguiente participó en las bienales de Venecia y París, destacando por la originalidad de su obra.

En 1956 presentó su primera muestra en la Galería Galatea de Buenos Aires, en la que los artistas Clorindo Testa y Rogelio Polesello mostraron interés por su obra.

Obra de Rómulo Macció

Su etapa dentro del grupo “Otra Figuración” se caracteriza por el gesto violento y desgarrado y la omnipresencia de fragmentos antropomórficos. También está muy presente el dibujo, a través formas que sugieren figuras vulnerables y rostros deformes de seres monstruosos. Los rostros fragmentados y la presencia de seres que evocan la locura son recurrentes en su obra. Macció alude con esta estética a la fragmentación humana e identitaria, propia del ser humano angustiado.

Es característico de su obra inicial la presencia de rasgos pictóricos informales, haciendo uso de manchas, garabatos y chorreaduras.

A partir de 1964 su trabajo se va depurando y la espontaneidad inicial da paso a la definición de formas y figuras. Sin embargo, la constante en su obra continúa siendo la presencia de amplios planos de color puro, las anotaciones gráficas y los elementos discontinuos. Con el paso de los años su obra se vuelve menos caótica, aunque sigue presente la angustia, la figura humana fragmentada y la representación de caras diabólicas impregnan sus obras de un humor sarcástico.

La crítica suele encuadrar su arte dentro de la corriente neofigurativa con un enfoque surrealista y rasgos informalistas. El conjunto de su producción evoca un universo de ideas e imágenes que conviven anárquicamente, un recurso frecuente tanto en Macció como en los demás miembros del grupo.

Macció fue también un paisajista de las urbes, él mismo se definía como un hombre de ciudad y reflejaba en su pintura la realidad que le rodeaba. Ejemplo de ello son sus series Crónicas de Nueva York, así como un conjunto de paisajes referidos al barrio de La Boca y al Río de la Plata.

Desde su mirada de retratista del mundo urbano, en sus pinturas narra la vida de las personas y analiza el extraño hábitat que el ser humano ha creado, que a veces que le acoge y otras le expulsa. Ese paisaje, ensombrecido y gris, no impide la lealtad al cromatismo de su paleta. De este modo, el amarillo rabioso de los taxis le sirve para interrumpir la monocromía de las calles y edificios de cemento, mientras los azules y los rojos aparecen disolviendo las formas reflejadas en forma de ondulaciones sobre las superficies de espejos que cubren los grandes rascacielos.

Silvia Sánchez
Curadora