Ernesto Deira y el barquero del Inframundo

Ernesto Deira y el barquero del Inframundo

“Los espíritus que se agolpan en los Infiernos son las meras sombras de hombres y mujeres, carentes de lo más esencial que se necesita para una auténtica vida plena. Todo lo que sobrevive de la persona es la tenue psyche o “alma-aliento”, que parte del cuerpo en el momento de la muerte y va al encuentro de los muertos.»

En la mitología griega Caronte es el barquero del inframundo, que lleva a las almas a través de la laguna Estigia, también conocida como río Aqueronte, hasta Hades. Para ello el difunto debe pagar un óbolo al barquero, de lo contrario su alma quedaría condenada a vagar cien años por la orilla hasta que Caronte accede a llevarlas sin cobrar. Por este motivo, en la Grecia Antigua existía la costumbre de introducir una moneda u óbolo, en la boca del cadáver antes de enterrarlo.

El origen del personaje de Caronte es incierto. En los textos clásicos más antiguos, como la Odisea, no aparece mencionado cuando se hace alusión a los viajes al inframundo. No es hasta el siglo VI a. C. cuando Caronte aparece por primera vez, concretamente en la epopeya titulada Miníada, misma época en la que lo vemos representado por primera vez en pinturas cerámicas.

Las primeras representaciones de Caronte lo muestran como un anciano de aspecto corriente, pero con el paso del tiempo su figura va adquiriendo un cariz más lúgubre. Su aspecto se vuelve más feo y escuálido. Virgilio lo describe como un loco y repulsivo, con barba enmarañada y blanca que sale tan solo de su barbilla, ojos feroces y un sucio jubón como única vestimenta.

A Caronte se le considera un diamon o divinidad menor, al no contar con una genealogía clara. En su único mito propio se cuenta que, en una ocasión, fue encadenado durante un año por llevar a Heracles vivo en su barca, cuando este bajó a las profundidades en busca de Cerbero.

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  Caronte, 1985

  Ernesto Deira

  Acrílico sobre tela

  160 x 200

Silvia Sánchez Ruiz
Curadora