Tras el Covid hemos visto cómo lo cotidiano se vuelve extraño y se aleja de nosotros mismos. Muchos hemos reencontrado nuestra naturaleza interna, hemos vuelto al ambiente natural.
Viviendo en Madrid desde hace un año y medio, extrañando en el confinamiento los paseos con mi perra y las subidas a la montaña de Málaga, comencé a buscar en la gran ciudad ese ambiente natural del que tan acostumbrada estaba a tener, y que tras años de estudios y series de fotografía, sigo creyendo que es necesario para poder co-existir con el mundo.
La propuesta trata desde la naturaleza esa intervención con la cotidianeidad, con el ser humano más básico que somos y que construímos diariamente para subsistir en las ciudades. Esas pequeñas cosas como sentarte y charlar, sacar al perro, salir a tomar una cerveza o levantarte por la mañana para ir a trabajar.
El proyecto en sí es una observación de nosotros mismos, es entender cuánto llegamos a ocupar en el espacio y realmente cuanto intervenimos. Es una observación de que sí la naturaleza sigue su curso nos supera ya que su fuerza es eterna.
“Hace tiempo nos sentíamos invencibles ante el mundo hasta que un día la naturaleza nos demostró que sin nosotrxs funciona mejor.”