Cuando terminó la fase más dura del confinamiento y pude salir por primera vez, lo primero que hice fue dirigirme a la playa buscando, tal vez, la mayor cantidad de aire limpio posible y un espacio de libertad que me parecía recordar inmenso. Llegué a la playa y, de forma inesperada, comencé a jugar con las piedras de la orilla; pequeñas piedras entre 5 y 10 centímetros. Luego las metí en una bolsa y durante varios días repetí esta operación, llevándomelas a mi casa y pintando rostros femeninos en ellas.
Al ver la obra del pintor mexicano Francisco Toledo, Mujer con alacranes, pienso en la posibilidad del renacimiento simbólico después de la tragedia que todos hemos vivido, en mayor o menor medida, en esta pandemia.
Personalmente, de las posibles lecturas simbólicas de la obra, la que más me llama la atención es la de la fertilidad como metáfora del nacimiento de algo nuevo.
El diálogo o propuesta que quiero presentar nace a partir del significado de la serpiente de dos cabezas dentro de la cultura prehispánica. Según Manuel Gamboa Cabezas, investigador del Centro INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) Hidalgo, esta serpiente se entiende como “la llegada de la luz y de lo nuevo”.
Sobre el suelo, en el centro de la instalación, vemos un cartel con la palabra COVID-19, alrededor de la cual avanza en espiral una hilera de piedras en tres colores: rojo, negro y blanco, combinada con rostros femeninos.