«Mujer con alacranes»

Francisco Toledo

Francisco Benjamín López Toledo, nacido en Juchitán, Oaxaca (México), en 1940. Artista polifacético, dedica su vida y su obra a promover y a difundir la cultura y las artes de su estado natal, Oaxaca.

Artista independiente, no se involucró con las temáticas nacionalistas que representaban la Escuela Mexicana. Su obra se basa en la tradición zapoteca, de la cual recupera temas y técnicas, aunque también presenta una gran influencia y lenguaje contemporáneo, con influencias directas de artistas como Rufino Tamayo, Paul Klee, Jean Dubuffet y Antonio Tapiés.

Sus obras, tanto pinturas como grabados, tapices o cerámicas, presentan un tratamiento del color llamativo. En ellas incorpora texturas y materiales que aportan una estética a medio camino entre la innovación y la tradición, creando un mundo fantástico propio, con una temática e iconografía recurrente. Así, las relaciones de su obra con la tierra, el aire, insectos y seres semihumanos, híbridos, fantásticos, dispuestos en el espacio sin orden ni reglas, son constantes en sus representaciones.

La obra

“Mujer con alacranes” representa un ser antropomorfo, con formas y cuerpo femenino en cuyas extremidades y cabeza surgen colas de alacranes. Se aúnan aquí dos temas habituales en la obra de Toledo: la representación de insectos y animales locales, y la otra, la representación de seres imaginarios, híbridos, una sucesión de imágenes metamorfas y analógicas que bien podrían ser propias del surrealismo.
Toledo crea un universo mitológico propio, lleno de estos seres salidos de su bestiario particular, a los cuales acompañan referencias tanto a la actualidad como a la cultura precolombina.

 

Una obra, múltiples significados

La representación de formas rectangulares concéntricas, las unas dentro de las otras, que encontramos en esta obra podemos percibirlas con sensación de relieve o de profundidad, a pesar de estar representadas sobre una superficie plana sin el menor atisbo de perspectiva. De esta percepción o interpretación puede variar enormemente las connotaciones de la misma. Podrían, por ejemplo, tratarse de pirámides Aztecas vistas desde arriba, o bien, representar un gran y vertiginoso agujero negro. Sea cual sea la perspectiva desde la que deseamos mirarla, no podemos obviar que el atuendo de la mujer-alacrán lleva también estampados estos rectángulos, lo cual la convierten en parte de ese paisaje. La referencia a la mitología y lo local que conlleva este personaje nos hacen inclinarnos más por la primera lectura, sin embargo, la simbología no acaba aquí.

La representación de la mujer, semihumana o no, hace referencia a la feminidad, al deseo -tema también habitual en la obra de Toledo-, así como a la maternidad y el origen del mundo. Una de las lecturas simbólicas de los alacranes es precisamente el deseo sexual, pero también lo es la muerte.

Todo este entramado de múltiples lecturas nos revela la complejidad y amplitud simbólica que albergan esta y el resto de las obras de Toledo, realizadas desde las entrañas de un conjunto de referencias e influencias, actuales y pasadas, mitológicas y reales.

 

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