De Chirico, Giorgio – Italia

Biografía de Giorgio de Chirico

Giorgio de Chirico nace en 1888 en Volos (Grecia), de ascendencia italiana. Comienza sus estudios de dibujo muy joven en la Escuela Politécnica de Atenas, tras lo cual continuará sus estudios en la Academia de Bellas Artes de Múnich entre 1906 y 1908. Allí estudió también a filósofos como Nietzsche y Schopenhauer, que marcaran su concepción teórica en el arte.

Entre 1911 y 1915 se traslada a París donde trabajará y expondrá en varios salones y entablará amistad con artistas de la vanguardia como Paul Valéry y Guillaume Apollinaire. Sin embargo, su búsqueda de lo que más tarde se denominó pintura metafísica (término acuñado por su amigo Apollinaire) lo aleja de las corrientes vanguardistas que surgían entre sus contemporáneos.

Al estallar la I Guerra Mundial es asignado a un hospital militar en Ferrara, donde conocerá a Carlo Carra y Filippo De Pisis. Con el primero declarará los postulados de la pintura metafísica más tarde. Tras la guerra se instala en Roma, donde participa en las exposiciones de “Valores Plastici”. No es hasta 1919 cuando realiza su primera exposición en solitario.

Obras de Giorgio de Chirico

En sus obras, cargadas de un ambiente misterioso y nostálgico, incorpora a partir de los años 20 técnicas y lenguajes clásicos a partir del uso de veladuras y temple. En 1926, ya de regreso en París, se adhiere al movimiento del Novecento, opuesto al modernismo, el cual abandona finalmente debido a las propias particularidades y visión del artista.

Su obra se centra en la representación de elementos arquitectónicos con referencias al mundo clásico, espacios principalmente vacíos en los que la presencia humana se ver reducida al mínimo o, quizás, incluso a sombras. Los espacios que en ellas vemos representados son atemporales, misteriosos, solitarios y extraños. Estos escenarios característicos del artista y paradigmáticos dentro de la pintura metafísica comparten protagonismo dentro de su producción con sus maniquíes. Figuras deshumanizadas, sin rostro y de formas desproporcionadas, a partir de las cuales de Chirico representa de manera alegórica a toda la sociedad, partiendo del concepto de hombre-autómata de los futuristas, ubicado en un entorno atemporal, misterioso, solitario y extraño.

Tras una primera etapa en la que predominan los espacios exteriores inspirados en ciudades mediterráneas (entre 1909 y 1914), Giorgio de Chirico introduce los interiores en sus obras, ocupados y en ocasiones invadidos por sus maniquíes, que ocupan todo el espacio. La perspectiva clásica y el punto de fuga se mantienen, a partir de ventanas o espacios abiertos que nos devuelven al exterior.

En sus obras trabaja también temas como el desdoblamiento del ser humano, la representación del cuadro dentro del cuadro y el encuentro de objetos imposibles, conceptos ambos que servirán de inspiración a los pintores surrealistas, junto la temática de los sueños y la imaginación, presente también en Chirico.

La influencia de este artista en los jóvenes surrealistas es evidente, habiendo sido reconocida por ellos mismos. Lo es también para artistas posteriores que siguieron, de un modo u otro, los preceptos del surrealismo y la pintura metafísica, así como para el desarrollo de la Nueva Objetividad y el Realismo Mágico alemán. Tanto es así que incluso los surrealistas, una vez surgió el movimiento creado por Bretón, lo invitaron a participar de él. Realizó exposiciones junto a estos, pero se desligó del grupo para seguir su propio camino alejado de los movimientos de vanguardia contemporáneos.

Silvia Sánchez Ruiz
Curadora